martes, 2 de junio de 2009

LA CUESTIÓN DEL SENTIDO
(Extracto de la Introducción de mi tesis filosófica)
Y tú... ¿Qué pretextos tienes?
En muchas ocasiones me he cuestionado sobre el por qué y el cómo se llega a tomar la decisión de arrancarse deliberadamente la propia vida: hasta qué extremos ha sido orillada la inteligencia y la voluntad para apostar por tal acción. Por ejemplo, no parece muy difícil poder justificar y casi aceptar los multitudinarios suicidios que durante y después de la Segunda Guerra mundial se llevaron a cabo. Con una escalofriante comprensión podemos pensar que tenían suficientes razones para preferir el suicidio antes que ser, por ejemplo, violadas por todo el ejército invasor, o ser capturado, torturado, mutilado y encima dejar al descubierto las estrategias de los ejércitos del país por el que se lucha. En estos casos tan excepcionales no parece tan desquiciada la idea de tomar cianuro o darse un balazo. Pero cuando es mi vecino el que se mata, dejando una hermosa familia con niños pequeños que lo necesitan y por unos motivos cuya sinceridad no alcanzamos a entender como lo pueden ser ciertos problemas afectivos, económicos o la frustración de proyectos para la realización personal, la comprensión de tal situación ya no se ve con tanta frialdad ni simpleza. ¿A dónde me dirijo con todo esto? Pues, sin duda, a la pregunta tan apremiante sobre el sentido de la vida que tenemos. La experiencia vital que llevamos no siempre es del todo como nosotros quisiéramos, muchas veces es bastante pesada, incómoda, desgastante y hasta mecanizada. Esto me conduce a cuestionarme con insistencia, no digamos ya sobre el sentido de la vida, sino simplemente sobre, si la vida que vivimos, con todo y sus penalidades, tiene que ser llevada con sufrimiento. ¿Acaso no podemos disfrutar de la vida, independientemente de que tenga o no un sentido? ¿Vivir angustiados es la condición necesaria de la existencia? ¿Es posible lograr una felicidad en la vida, incluso sin tener en cuenta una posible trascendencia? Y, si es así ¿qué tipo de felicidad es ésta, a costa de qué se puede obtener, hay alguna regla que nos guíe a todos a la consecución de tal felicidad, o es posible atropellarnos los unos a los otros con tal de obtener la tan anhelada felicidad personal? A estos cuestionamientos me encamina la reflexión sobre la realidad que nuestra sociedad vive.

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