martes, 2 de junio de 2009

Comparto aquí la conclusión de mi trabajo de tesis sobre Albert Camus y el Hombre Rebelde, ojalá les guste y le entiendan, sino es así me avisan con confianza, crezcamos juntos.
CONCLUSIÓN

Ha llegado la hora de emparejar las puertas abiertas. Hemos llegado al final de este estudio sobre el pensamiento de Albert Camus y es momento de hacer cuentas. Primeramente, solo quiero mencionar que no ha sido un trabajo fácil en lo personal, de hecho he requerido utilizar más tiempo del propuesto inicialmente. Pasadas un sin fin de peripecias, hemos llegado hasta este momento de nuestro estudio en el que concluiremos lo presentado a lo largo de los tres capítulos que conformaron nuestra investigación. Dos nociones fundamentales han sido expuestas: la absurdidad como punto de partida que nace de la conciencia que el hombre tiene de su precaria situación existencial en un momento dado. Y la rebelión como propuesta axiológica y moral para sacar al hombre del inmenso mar de la absurdidad que amenaza con tragarse por completo al ser humano.
La cuestión del sentido de la vida como pudimos notar en la investigación es uno de los puntos que más ha evolucionado a la par del pensamiento camusiano. Inicialmente cualquiera se retractaría de estudiar el sentido de la vida en Camus ya que su primer planteamiento no es muy esperanzador. Pero lo que nos importa es a dónde ha llegado a parar Camus en su reflexión sobre el sentido de la existencia. Es una gran alegría darse cuenta que como parte de la evolución del pensamiento camusiano, su concepción de la vida ha reconducido a Camus a la posibilidad de que el hombre en su rebeldía pueda, no sólo como posibilidad sino hasta como deber, darle un sentido a su propia existencia. Camus se quita por fin la máscara de pesimista que él mismo se impuso y que otros le ajustaron perfectamente.
El hombre no es, por lo tanto, solo una pasión inútil, es una pasión, cierto, pero una pasión activa que lo mueve a luchar contra el nihilismo del que puede ser presa y lo hace dándole al hombre la posibilidad de ser creador de sentido, por que la rebelión misma es creadora desde el instante mismo en que saca al hombre del inmovilismo y de la resignación que no conduce sino a la desesperación.
La vida como tal, puede y debe disfrutarse, en ella es donde se puede ser feliz. Camus sabe que si el hombre quiere llegar a ser algo tiene que serlo en esta vida, por que Camus no nos promete ninguna otra. Así que a falta de aquélla, todo se reduce a hacer de la vida de hoy nuestro Paraíso de realización y felicidad. Aunque tal vez el sufrimiento no deje de caminar junto con el hombre, éste no está condenado a la trágica resignación de sufrir para siempre. Su actitud rebelde le ayudará a dejar ese peso taciturno a un lado. Las armas con las que el rebelde cuenta para su insurrección anti-nihilista, se fundan en la rebelión y son, como ya dijimos en su correspondiente apartado, la vivencia comprometida de la justicia, la solidaridad y el amor por la vida y por el hombre mismo.
Esta es la moral que Camus quiso para su rebelión, una moralidad que oriente al hombre a la felicidad en este mundo y nada más: es una moral más laica que atea, pero que a fin de cuentas, tiene al hombre y a su naturaleza común como fundamento, y no ya a Dios como clásicamente se ha tenido. Como podemos notar, la actitud rebelde de Camus es una actitud comprometida con los valores éticos comunes e inquebrantables, que salvan a la rebelión de ser arbitraria y convenenciera: la rebeldía de Camus no busca desligar absolutamente al hombre de la autoridad, como hoy en día se pretende, busca más bien afianzar al hombre en una libertad responsable ligada al respeto y vivencia de una lógica orientadora que evita que la rebelión sea una simple insurrección de motivos advenedizos que no sacan al hombre de su deprimente situación sino que lo conflictúan aún más.
Y por último, lo que personalmente me parece más importante que hemos podido descubrir en nuestro estudio, es ese apasionamiento de Camus por el ser humano que lo convierte innegablemente en un gran humanista. El hombre toma su lugar en el mundo: es el supremo valor en torno al cual toda estructura moral se debe ordenar.
Obviamente me refiero al hombre en su naturaleza común, no al hombre individual, lo cual nos llevaría a aterrizar en las movedizas arenas de un antropocentrismo radicalmente subjetivista. Esta es una faceta importante de Albert Camus que es necesario seguir explotando para convertir su filosofía en un pensamiento cada vez más fecundo.
Una deuda que personalmente no me ha quedado muy bien saldada es la relación, en cuanto jerarquía de valores, que tienen la rebelión y el hombre. Camus afirma, y así lo aprendimos, que el valor supremo es el hombre, así sin más. Pero la rebelión aparece también como un valor por el cual incluso el hombre se puede sacrificar a sí mismo: en la rebelión el hombre pone en juego lo más valioso que tiene, su vida, como si la rebelión fuera un valor superior. Será necesario pues, que la reflexión que Camus nos ha permitido con su pensamiento siga buscando ser cada vez más veraz y clara, especialmente en este punto de la jerarquía de valores dentro del edificio moral de Camus.
Este trabajo de investigación es un primer paso que ha de abrir senderos para que otros, o nosotros mismos, continúen la labor especulativa aquí iniciada. Este trabajo representa en sí mismo una expresión de la rebeldía fecunda de Camus que continúa hasta el día de hoy invitando al hombre a no traicionarse a sí mismo con ilusos levantamientos, sino a vivir, se trata de vivir, diría Camus, pero de vivir en una rebeldía auténtica y fiel al hombre, en función del cual, la rebelión se purifica y ennoblece.

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